miércoles, 12 de marzo de 2014

Sloppy

Producto de la medicina china, ayer regué toda la casa.

El acupunturista pinchó la cubierta que retenía el  pozo. En instantes estaba ahí el mareo, la nausea y luego el llanto.

Regreso a casa y todo fue llorar. Llorar mientras abría la puerta, llorar mientras me quitaba los zapatos, llorar mientras me ponía la pijama, llorar al lavarme los dientes, llorar y llorar cuando me pasaba el desmaquillante en los ojos, llorar apagando la luz, llorar acostándome. Llorar cuando entró el mensaje de mamá diciendo "estoy haciendo canelones". Llorar porque seguro a Oliverio Girondo también lo punzaron con una aguja ahí mismo, llorar más y más.

Amanece. Me arden los ojos. Siento dolor de estómago, no quiero levantarme y de lo único que tengo ganas es de llorar..Veo el teléfono, mensajes de quienes son mis amigos ahora y que ostentan esa suerte de suponer o sensoriar eso de que conmigo algo no anda bien, ensayo un mensaje para contestarles a todos y en vez de parecer grave resulto sonando cursi, un desastre, lloro y lloro, mejor apago el celular. Me levanto a prender la computadora, llorando envío un mail al trabajo "Tomaré 4 días de vacaciones, regreso el lunes".

Salgo a regar las plantas, lloro encima de la sábila. Entro a la casa y suena el teléfono que nunca suena, es ella y dice que está afuera. Hace que no me ve las ojeras, me comienza a hablar de las presas, del abogado, de los 32 grados que hacen allá abajo, y cosas como esas.

Entra en mi cuarto, omite los parchonazos de rimmel en el colchón, se sienta en la orilla, me mira y dice "saque ese labial que se compró". La vuelvo a ver incrédula, quiero llorar, los ojos se me empiezan a llenar un poquitito, voy, abro la maleta aún sin deshacer, saco el labial color buganvillea, imposible de ponerse. Me dice que me siente, me pone lo pone en los labios, me dice que me cambie la camiseta y que salgamos a hacer un mandado.Obedezco, camiseta y lentes oscuros.

Me lleva al supermercado, compramos frutas. Espiamos ofertas. Me viene a dejar. Un abrazo y hasta luego. Toca ir por su hijo.

La vida, esa cadena de conexiones pequeñitas, insospechadas, esas personas que están ahí adivinándote un labial, conteniéndote las lágrimas. Cierro este post, llorando.