domingo, 24 de mayo de 2015

Época lluviosa

Por lo pronto habito una casa donde por las mañanas suenan cantos. Donde todos los días amanece una planta más alta y una flor inesperada. Un balcón desde donde se puede ver ese caos que crece sin que nadie le ponga límite.
Una casa donde me levanto y ando todo el día con cara de pijama, y nadie se entera. Una casa sin cortinas en las ventanas, sin dobles pasos. Una casita donde hasta los pájaros se sientan a mirar para dentro. Donde llueve, como afuera, y nadie le pone límite.


viernes, 15 de mayo de 2015

Vértigo


Hoy cumplo 7 días seguidos que tengo el mismo sueño recurrente. Se me caen todos los dientes, uno a uno, en el mismo momento. Es una angustia indescriptible con la que me levanto, que sólo quienes han soñado con esto o con el famoso precipicio donde se caen hasta despertarse, saben cómo se siente.

Obvio que mi (de)formación me obliga a buscar interpretaciones del sueño, que superen a Freud y Google. Lo más sencillo sería pensar que tengo miedo a exponerme, que atravieso la crisis de los 30 donde estoy preocupada por mi apariencia, enlazarlo a algo sexual o recurrir a la infancia.

Pero no es posible que estos 5 años de leer y leer y leer y aprender sobre lo manifiesto y lo latente y sobretodo, estos 30 años donde he aprendido a encararme y a escucharme hasta decirme la verdad y nada más que mi verdad, no sirva para nada.

A lo que vengo: que hoy se me ha develado el misterio gracias a una foto.

"Digánle que no puede hacer algo para que al menos lo intente"

Para alguien que sufre de vértigo como yo, subirse a algo que supere los 3 metros de altura, llámese gradas eléctricas, aviones, juegos mecánicos, árboles, parapentes, estructuras de piedra, pisos números 3 de edificios, etc. es impensable. Y da la casualidad que por fortuna de la vida o por simple reto siempre me veo envuelta en situaciones donde tengo que enfrentarlo, o al menos intentarlo, aunque me cague del miedo siempre digo: allá voy. En este caso, más que desafiarme a mi misma, todo se resume a simple curiosidad de cómo se ve todo desde arriba. Yo sé cómo se ve todo, se ve como una mierda, como el fin del mundo, como un infierno grande que espera verme resbalar. Lloro, me arrepiento, pero siempre tengo que subir. El miedo no lo supero, pero me supera la sensación de sentir que pude hacerlo.

Este año voy cuesta arriba con 2 cosas importantes que había dejado rezagadas por mucho tiempo, cuestitas que siempre dije que debía de subir, una por pura necesidad y la otra por puro placer, pero en ambas es que de sólo pensarlo me mareaba. Decisiones post puestas por años, donde el común denominador era la inseguridad, sentir que no piso terreno firme, que me alejo de mi zona de confort o que estoy llendo demasiado lejos con algo que a simple vista parece una locura.

No contenta con levantarme sientiéndome chimuela por una semana, me ronda la cabeza otro proyectito de altura, el miedo a caer seguro vendrá a botarme los dientes, pero espero saludarles desde lejos con una sonrisa.


lunes, 11 de mayo de 2015

Volcánica

Sigo barriendo cenizas, una y otra vez, hasta que este volcán se calme.

Las razones reales las tenemos claras, el Volcán Turrialba ya no aguanta.

Una vez Palma me acompañó porque estaba acabada, sólo un día antes había hecho erupción gracias a un amor contenido por años que se mostró activo y de un pronto a otro se extinguió, típico de amor volcánico. Pero el caso es que Palma me llamó porque iba a buscar una locación para un cortometraje que quería realizar.

No le dije nada a Palma, porque yo sabía que él sabía cuando ayer me llamó por teléfono y yo entre sollozos no alcancé a decir ni aló. Palma no preguntó, cierto que las mujeres somos las de la intuición, pero si en algo son expertos los hombres, es en respetar un silencio, no por respetar precisamente, pasa que no saben cómo hablar. Se quedó callado y sólo me dijo con las pausas correspondientes de quien responde  las preguntas que no han sido hechas: Vamos al volcán...mañana...a las 7... paso por vos. Chau.

El protagonista de mi cuento como era de esperar, se había ido como si nada, dejando a su paso delicados destrozos de la que fui. A mí, hecha cenizas, no me vendría mal probar que había algo más fuerte que esta sensación de fin de mundo, además, el ofrecimiento de Palma no sonaba a paseo, todo lo contrario, sonaba a trabajo, a ocuparse de algo más que las ñoñerías de un desamor. Ya él me había bocetado algo de su próximo proyecto en el Turrialba. Así las cosas, nada mejor que matarse subiendo un volcán.

Eran las 7 a.m, Palma tocó la bocina, yo ya estaba lista, si se puede llamar así a un cadáver con vestido desamarrado, cordones sueltos y la respectiva cara de funeral. Subí al carro como quien se mete al féretro y subí el volcán como quien peregrina su muerte. Adentro del carro estaba Palma y una muchacha muy bonita, que no determiné más que por su cabellera larga y doradísima y su atento: HOLAAA ME LLAMO FULANA DE TAL, NO NOS CONOCÍAMOS VERDAD O SÍ? MUCHO GUSTO.
Yo no contesté.

Palma muy respetuoso si acaso hablaba, en cambio la muchacha no se calló en todo el camino, recuerdo que en un momento de todos en que no reaccioné a un par de sus preguntas el pobre Palma sólo atinó a decir "Macha, mejor no le hable, no escucha, anda moribunda". Creo que la muchacha entendió a medias porque siguió hablando como chachalaca, mientras yo sólo veía por la ventana. De toda la disertación sólo recuerdo que le dijo a Palma que era un hijueputa porque le había dicho que venían a un paseo no a una terapia de resucitación. Lógico que tenía razón, Palma es un hijueputa si no le advirtió que pasarían por un muerto para llevar.

Subimos con quien llevaba prisa, Palma apenas tomó algunas fotos del paisaje, pocas para el material que debería de recolectar. En medio de mi coma, sí pude notar que Palma se esforzaba por ser un excelente compañero de luto porque cada vez que veía algún sitio donde yo podía aportarle imaginación para montaje de escena, me volvía a ver, hacía intentos de titubear, pero se quedaba callado. Llegamos arriba, todo quemado y pura destrucción. La naturaleza sabe decir verdades que nadie más.

Experta en mostrar nuestra insignificancia, la naturaleza me estaba convenciendo de que yo era una pura mierda si pensaba que un abandono podía dejarme en ruinas. Ruinas deja un volcán que obliga a quien no quiere irse a abandonar lo que fue su hogar, hoy reducido a casita destruida, ganado inhóspito, árboles completamente quemados, pura y dura desolación. Soy una pura mierda... aunque bueno, ¿No son los efectos del desamor similares a la explosión de un volcán?

Llegamos a las faldas. El volcán expedía un somnífereo aroma a azufre, la muchacha acompañante de Palma había llevado de refrigerio un tupper con zanahoria rayada y vinagre de manzana, y una manta roja para sentarse, yo  en cambio sólo había llevado el insólito poco apetito que cargaba, apenas reparé en aquello  pero ¿Quién lleva ensalada de zanahoria y vinagre para reponerse de un volcán? Ella que es modelo, que su rutina de trote supera los 10 km y al día hace 250 abdominales.

Me quedé dormida, pasaron 5 minutos, ellos dicen que fueron más de 40, cuando me desperté, ambos, la muchacha y Palma me tiraban gritos en la oreja pidiendo que me levantara. Fue una escena de Alicia en el País de las maravillas,  la muchacha angustiada y Palma con cara de mae te pasaste de la raya, me dieron la mano para levantarme y me dijeron vámonos ya! 

Comenzamos a descender, yo me adelanté porque como era de esperar, la muchacha se puso a modelar en los árboles secos para que Palma le tomara fotos.  Cuando me alcanzaron yo estaba sentada con los pies colgando en la orilla de un precipicio, como quien mide la distancia de su próximo abismo. Me sacó de la nada un obturador, luego Palma gritando desde el otro lado: Mae si supieras lo guapa que te ves triste, contratarías a un hijueputa como pateaculos personal! 

Ese fue quizás el comentario más afortunado en los años que tengo de conocer a Palma, estaba para lanzarle un "muérase" en la cara y tirarse una de esas risas que son vitales para salirse del abismo.



Por quién redoblan las campanas

La impresión de lo maravillosa que es una persona es directamente proporcional al tiempo que llevamos solos. L. Pescetti

La última fue hace 2 años, 2 años sin  asomos de ilusiones ni fanatismos hacia ningún hombre. Una barba por acá, un inteligente por allá, un buen bailador a lo lejos, un sensibleartistatodoloquequieroperonoquieroanadie amigo de una amiga. Nada lo suficientemente cercano para delirar.
 

Hasta que....

Nodije: Jueputa aburrimiento!

---15 minutos después....

Asteroide: ¿hola?
Nodije: Hola!

Asteroide: Seh! El mundo es un bostezo, dan ganas de agarrarlo a zapatazos
Nodije: exacto
Asteroide: yo ya me desquité... vengo de correr como alma en pena
Nodije: qué bien, yo es que tengo pésima condición, puede que se me pare el corazón de la forma no romántica
Asteroide: ¿de qué manera un paro al corazón puede ser romántico?
Nodije: de hecho me refería a una muerte post-orgásmica... el otro día leí una leyenda en un libro de Pauk Theroux... pero eso es otro tema. ¿Usted corre?
Asteroide:  No, no corro, pero hoy era la única manera de sentir que aún podía escapar
Nodije: qué le pasó?
Asteroide: Larga historia...
Nodije: ....que no quiere contar? o sólo con vino?
Asteroide: jaja
Nodije: y entonces.. juega?
Asteroide: lléguele!
No dije: Cómo llego?
Asteroide: Montes de Oca, barrio de las vírgenes del letrero 100 norte.
No dije: en 10 minutos le caigo. ¿Tinto o Blanco?
Asteroide: tinto. Siempre.

Y así fue como todo empezó...