domingo, 24 de agosto de 2014

Diario de la viajera. Cumplir 30 en Europa. Parte 1.

Este año ha sido intenso y extenso. Cada mes es una viñetita que habla de experiencias que me han estremecido, desde el cuerpo hasta el último recoveco de esta alma vieja,  que cumple mucho más que 30. 

El pensamiento obsesivo que me ha acompañado estos últimos días es mi dificultad con los idiomas.  Y lo he dejado ser, he dejado que me quite el sueño, que me enfurezca, que me paralice. Porque estoy resuelta a hacer algo con esto es que necesito vivirlo intenso, sólo así podré desenmascararlo completo. Mientras tanto, el drama.

No tenía planeado lo del viaje, como no planeo casi nada desde aproximadamente hace 4 años. No creo que haya una razón particular  o acaso es que no la he detectado, el caso es que llevo unos años en que no respondo acerca de mis metas, mis aspiraciones o los planes de qué haré con mi vida. Que alguna vez soñé con viajar, claro que sí, pero no fue sino hasta aquel diciembre cuando las cartas del tarot me arrojaban aviones por todo lado, cuando supe que podía desear esto intensamente, e intencionarlo. A los 2 meses se dio lo de trabajar para la Fundación, tener un puesto en el Departamento Internacional, trabajando con jóvenes en 4 países, en metodologías relacionadas con la memoria y los Derechos Humanos. Esta sin duda es una de estas cosas que agradezco que el universo haya decidido por mí.

Vuelvo al punto, el viaje.

Los 20´s había que abandonarlos como corresponde, con las ingenuas ideas de que se domina todo cuando no se sabe casi nada, con intrepidez y falsa seguridad. Así las cosas, probé el vértigo de irme a andar por otros países, con otros idiomas, con otras comidas y otras culturas y me fue muy bien y me fue muy mal. ¿Qué decir? Los primeros días fueron un desastre y los siguientes mejoraron. Resumen del viaje: estoy de regreso, sana y salva, con algunas historias que contar.

El día antes de irme Back me citó para darme una libreta de viaje con unos mapitas afuera, si yo no escribía y si no buscaba aprenderme el orden de los países que visitaría, era una guevonada. Tampoco la llené, por lo que esto es apenas un punteo personalísimo de mis días, más que una guía de viaje, es mi registro del paso por esos lugares y mis sensaciones al respecto, nada literario por cierto, pero sí muy lleno de honestidad.


Amsterdam: El país de los canales y las flores en las ventanas... Es verano, pero llueve todos los días y hace siempre frío. Todo el mundo anda en bicicletas que es el medio de transporte además de los trenes que atraviesan la ciudad. Asisto como participante experta de una Conferencia Internacional de Juventudes, con chicas y chicos provenientes de 27 países del mundo. También tengo agendadas algunas reuniones con compañeros de trabajo para hablar sobre el avance en ciertas metodologías en los países y proponer cambios para el nuevo componente de AF Ambassadors que derivará de la conferencia.

Todo es en inglés y empieza mi historia de terror. Realmente inició un mes antes cuando tomé la desición de recibir clases intensivas de inglés, 4 horas por día, todos los días para no ir muy perdida. Una profesora más o menos paciente me acompañó en la tarea de no verme como una idiota cuando me saludaran en inglés o cuando me preguntaran cómo iban las cosas en centroamérica. Ensayé mucho, tuve una tremenda porra de gente que me chateaba en inglés y que me mandaba canciones. Le dediqué 2 hora diarias a un programita de idiomas de esos que destesto.

Pero seguía insegura y no hubo nada que lograra hacerme quitar esa sensación. Mucho menos los consejos. Lo que menos quería es que la gente me recomendara ejercicios de actitud, de lectura, de escucha. Hice lo que pude. No más. Tanto así que el último día en una comidita con gente cercana antes de irme, les pedí a mis amigos cercanos que no tuvieran mucha expectativa conmigo y el inglés, que mejor no me dijeran que lo iba a lograr, que se me soltaría la lengua ya estando allá, que se ahorraran esos augurios de libro de autoayuda. Mi verdad es que estaba aterrada por lo que me esperaba y no quería que la expectativa de regresar a contar la mejor historia al estilo de que me eché el best speach forever me recargara aún más. Además tengo una encomienda: revelar al fantasma, dejarlo chingo hasta que se muera de la verguenza y desaparezca. O whatever.

Me siento intesamente inestable. Días de Jet Lag que no me dejaban dormir antes de las 3 a.m., cada día igual, tratando de entender lo que decían todas las personas de la conferencia, sintiéndome pésimo, porque me atacó la inseguridad como nunca, entonces me rondaba como mosquitos la idea que la mayoría de personas que estaban ahí tenían en promedio entre 17 y 20 años y todos, absolutamente todos hablaban fluido inglés y yo apenas podía decir Thank you! What is your name? Where are you from? I am fine!  You are welcome! I From Costa Rica. Yes, the World Cup! No, Costa Rica is not an Iland! Yes, it rains every day! Sorry I don´t speak english very well! Can you repeat me, please! Sorry I dont speak....Can you repeat slooooowwwlyy please!

Así pasaron los días, con la cabeza atolondrada y en blanco, sin mucho o casi nada por decir y muy poco que aportar.... en resumen: sintiéndome mensa y media. Lo más díficil fueron quizás las reuniones con mis compañer@s de trabajo, del trabajo que más he amado y del que he sacado más aprendizajes en mi vida, 2 años y medio que contar se quedaron mudos y yo ahí fuera de lugar.  Las reuniones las terminé con la sensación de cuando una está frente a un exámen oral para el que se ha estudiado pero del que no recuerda nada, sintiéndome como la nueva en el aula que sale corriendo apenas suena el timbre para no ser abordada. Esto del idioma es un tema que se ha empeñado en ahogarme, y ya no tengo duda que merece una revisión mucho más profunda que mis escasos recuerdos intentando explicar la aversión.

A eso sumarle que tenía la cabeza y el corazón hechos un puñito, pensando en mi sobrino Aaron, mi hermana y su familia que pasaban una de las situaciones más delicadas que nos ha tocado atravesar. A Aaron lo operaron 2 veces de la cabeza, en el transcurso de 22 días. Los días en Amsterdam se pasaron esperando buenas noticias de mi sobrino, confiando en que Dios, que para mí es sinónimo de amor y el amor, la fuerza más milagrosa, haría de este momento un aprendizaje importante para todos, especialmente para mi hermana que estaba resistiendo como una guerrera, confiando en que la frase de que lo que más importa es la salud y la vida y que lo demás es accesorio, sea una convicción que de ahora en adelante acompañe a toda mi familia.

Es mi cumpleaños, l@s chic@s de la conferencia me lo cantan en sus idiomas y yo quisiera poder entenderles y decirles gracias a cada un@ en su lengua. ¡Gracias, thank you so much! Apago las velitas. Tengo ganas de llorar, no es novedad. Intento sobrevivir en este lugar con naturalidad, pero me siento como un venado asustado en media calle.

Acabo el día cenando en un restaurante mexicano y llendo a dormir temprano, que para los horarios de Amsterdam son las 12 medianoche. Si algo he constatado de mí, es que nunca he logrado ser una embaucadora gracias a mi ojos. Por ahí se me sale todo, todo. Es así como en la noche, Nati, quien ha sido mi paciente compañera de viaje y de habitación, me desatora haciendo la pregunta más inocente ¿Usted llora Noemy? 

Son las 3 a.m. mientras termino de contarle a lágrima viva a Nati porqué casi no. Salen en forma de gotita algunos de mis temores y culpas, esas cosas que aparecen como saldos pendientes cuando la realidad me choca de frente y me doy cuenta de lo importante que era hacer algunas cosas antes de cumplir 30: hablar otro idioma, nadar, saber tocar un instrumento, haberme ido a otro país unos meses. Nati es muy paciente, me escucha y trate de entender cuando le cuento dónde estaba yo en el tiempo de las pasantías, de irse a otro país y aprender su idioma, de hacer intercambios. Le digo que pese a esto estoy agradecida, pero que el agradecimiento no remueve la tristeza.... y sigo llorando. 

NUNCA ES TARDE....YO LO SÉ Y LO PROMULGO, PERO esta vez sí es tarde, son las 3 am y dentro de unas horas estaré sitiada por 80 vocecillas, vendrá Valerie de nuevo a pedirme cosas hablando en inglés veloz, se acercará el chico Francés más tímido de la conferencia y me sonreirá a medias y se quedará a la par mía en silencio un rato y no podré nisiquiera decirle "yo estoy tan asustada como vos" o contame cómo es París.

Todos los días al amanecer, Pepe me da los buenos días y me hace cuenta regresiva de los días que faltan para que termine la conferencia. No recuerdo haberle compartido nada del drama que estoy viviendo, pero tengo un par de delatores.

Durante la conferencia, una cámara de fotos es mi tabla de salvación, me encomiendan la tarea de registrar el encuentro en fotos, es así como paso 10 horas del día intentando captar imágenes para mandarlas tomorrow a Valerie quien todos los días se acerca a pedirme cosas que no logro descifrar, pero que asumo que son fotos del evento. La conversación termina cuando yo balbuceo "Yes, sure, tomorrow". La ventaja de tomar fotos es que uno no sale en ellas, y eso fue también aliviante porque nunca me sentí parte de este maravilloso y entusiasta grupo que tiene energías para cambiar el mundo. Yo también pensé que era posible cambiar el mundo. Pero lo pensé en español.

A Amsterdam quiero volver en otras condiciones. Con los ojos de par en par y no a media asta, con la cabeza menos despistada y el fantasma superado.

Alemania: Hay lugares que nos llevan a la infancia, ese fue Monschau. Es un pueblito medieval con casas viejísimas pintadas todas iguales, las puertas de las casas son chiquititas porque las personas en aquel momento no eran muy altas y las ventanas están llenas de flores. Monschau es un rompecabezas dice Nati, y esa observación me hace sentirme dentro de uno de 5 mil piezas que se armaban en familia.

Esta fue quizás la parte más linda del viaje. Quizás porque empezaban mis vacaciones, no tenía que hacer esfuerzos por entenderle a nadie ni por parecer enterada, además estaba con amigas. No recuerdo haberme divertido tanto en tan poco tiempo, el cuarto de infancia de Ana es todo lo que cualquier niña interior desearía, allí sólo pude ser feliz y sentirme dichosa, me disfracé de la época medieval, me tiré de una pendiente en patineta, salí una mañana fría armada de abrigo y gorro con la abuelita de Ana a recoger moras, arándanos y frambuesas, monté en zancos, comí comida hecha con amor de mamá alemana, brindé con un familia a la orilla de una chimenea...lo mejor de todo fue poder hacer esto en compañía de de dos cómplices, juntas formamos un trío más divertido que las hienas del Rey León. 

También visitamos Colonia, con la Catedral más impresionante que haya visto. Colonia lo hacemos de pasada pero es un momento bueno para respirar y sentirse a salvo.

Finalmente cerramos con Bonn, donde está la tienda de las famosas gomitas Haribo. Es el paraíso de los chamacos, allí se enuentran gomitas de todas las formas, sabores y tamaños. En la noche fuimos a un barcito de un chico ecuatoriano, pues los amigos de Ana le harían una fiesta de bienvenida. La mayoría de sus amigos hablan español porque se han venido a hacer trabajos o pasantías en México o El Salvador, entonces se puede conversar fluído. Allí mismo en el bar coincidimos con una chica Portuguesa que está hecha un puño en una esquina, tomando un té. Nos cuenta que está haciendo una pasantía y que está harta. No habla Alemán, está lejos de su familia y en Bonn no pasa nada. Quiere que pasen cuanto antes los meses para regresar a su país. Nos agradece que le hablemos en español, porque aunque ella no habla este idioma, al menos entiende un poco y no le da miedo intentar hablarnos. Me conmueve y pienso para mí, que siempre las cosas pueden ser peor.

En todos los lugares me acompañó la felicidad. Me reí mucho. Me gusta acompañarme de gente con la que no sólo me pueda reir sino también que se rían conmigo. Ana y su mamá nos van a dejar a la estación, por error les dijimos una hora que no era y nos dejó el tren, pudimos resolverlo gracias al Alemán que hace los reclamos más consisos y fuertes que cualquier otro idioma, nos devolvieron la mitad del dinero y compramos otro boleto. Las tragedias se viven mejor acompañada.