sábado, 27 de julio de 2013

Un busto en Sámara

Viene de pasear?

Claro! Eso es la vida, pasear, comer, conocer, amar...

Todo el mundo lo dice, pero mire, cuesta entenderlo y sobretodo aplicarlo. Yo por eso no me niego nada, todo lo que he querido me lo he dado, empezando por el amor que es lo que me mueve 247 km a la semana. Pero no cualquier caprichillo porque para eso uno busca algo más cercano, siempre habrá algún comensal que quiera comer/dormir con uno.

Lo mío con él es amor de verdad, porque aunque seguimos teniendo sexo, ya no es sólo eso. A veces duramos quince días sin vernos, para mantener la chispa.

Él es mi amante. Miamor-amante, el de verdad, el amor de mi vida. Ha estado conmigo en los mejores y peores momentos. Sólo que tiene un problema....No es libre. Yo le digo esto porque sé que usted no me va a juzgar, se nota a simple vista que usted no juzga.

En mi familia nunca lo han querido, dicen que debo darle cuentas a Dios. Yo pienso que si esto no fuera amor quizás sí tendría que dar cuentas, pero ¿Por qué Dios le pediría cuentas a alguien que ha cumplido el más importante mandamiento? Por eso tengo la conciencia tranquila, porque yo a ese hombre LO A-M-O. Yo soy su amante.

Cuando voy a San José siempre vamos al mismo lugar, años yendo ahí, les digo por vacilar a los muchachos de recepción que ya deberían de hacernos un busto afuera del motel. Mire, pagamos tres horas, no abra así los ojos, por supuesto que no duramos tanto ¿que sé yo? treinta minutos y luego lo demás es hacernos cariño, besos y bueno, hablar. o A veces solo vamos a ver tele, abrazados. Hasta que se nos acaba la tarifa y salimos a caminar de la mano. Conversamos de todo, a veces vamos a comernos algo a un chino o al cine.

 Somos amantes desde hace 34 años... ¿Cómo esto no va a ser amor? No le exijo nada ni él a mí, porque desde el inicio entendimos que nos amamos y esta es nuestra forma. Si yo le exigiera algo, sufriría y no, no soy el tipo de mujer que sufre.

Mire, le voy a decir algo para ya dejarla dormir, porque yo sé, no hay nada peor que a uno le hablen y le hablen en el bus con un trayecto tan largo, más si es una viejilla chachalaca como yo.

Vea, linda, uno tiene que ser feliz, procurarse el goce, darle al cuerpoy al espíritu lo que necesita. Por eso me parece muy bien que haya venido hasta acá, aunque no sepa el motivo. Puede ser que usted ande paseando, o puede ser que anduviera trabajando ¿uno qué va a saber? Pero por verle la piel se nota que al menos se metió un ratico al mar y eso ya es ganancia. ¡Qué brillante tiene la piel! y suavecita, luego me da el secreto.

Hay que darle al cuerpo lo que pide, si es comida, comida, si es sexo, sexo, si es descanso, descanso, si es mar, mar. Si es amor, amor. ¿Usted tiene un amor? ¿O un amante? 
 
Bueno, aproveche el tiempo, se lo digo, vea que a uno se le puede arrugar el cuerpo pero nunca las pasiones. Ya ahora sí ¡Qué descanse mita!

lunes, 15 de julio de 2013

Desahucio

Esta forma de no saber empacar mientras Chet Baker me cae encima a trompetazo limpio, me duele la cabeza -yo y mis tragedias-, lo peor sería que lloviera y suena el techo en medio de este desahucio literal. Los atarcederes que se podían ver por el patio ¿Cómo los empaco? Ese ahogo que viene al ver el sol más bonito cayendo trepidante sin poder tomarle la foto. No quisiera llevarme tanto, arrugo papeles que no sirven, arrugo con más fuerza el dibujo de mi gato el mejor gato del universo que ha sido sustituido porque el autor del retrato ya tiene otro mejor gato del universo porque le es fácil, muy muy fácil sustituirlo todo. Arrugo la frente mientras paso pintura beige a la pared donde estuvieron poemas pidiendo que me amaran así y un montón de adjetivos, instrucciones ignoradas, como todo lo que se instruye en vez de sólo dejarlo ser. Hago torres de los libros que botaré, antes de botarlos les doblo las esquinas de las páginas que debieran ser leídas. Desbarato las hileras perfectas de mis blusas, las meto en rollos en bolsas de jardín. Me distraigo un rato pensando que quisiera cambiar esta ropa en bolsasdejardín por zacate de un jardín de verdad. Vuelvo a la cocina y estoy enojada, tan enojada que procedo a tomarme un té lady grey, mi espíritu de azar, mientras, muevo un pie y me muerdo el costado de la boca, poco a poco viene la calma. Nunca me gustó esta cocina, era demasiado pequeña para la cocinera que fui cuando me pasé a vivir acá. Me mudo a un lugar con una cocina más pequeña, esta maldita maña mía de estar siempre insatisfecha...aunque claro la insatisfacción ya no será tanta porque ya no cocino. ¿Por qué dejé de cocinar? Al borde de caer en el precipicio de mis análisis, saco un pie y me voy a la sala. Veo la ventana grande, la lluvia cae a cántaros y me dan ganas de ser la lluvia. Esta ventana sí que era mi mejor escape, cada vez que la conversación agonizaba no tardaba ni un minuto para salirme por ella y dejar al interlocutor solo con su incómodo silencio o con su aburrida retahila. Quito las cortinas, verdes como  la navidad en que me quedé durmiendo acá,le dije a mi familia que no quería ser familia de nadie ese diciembre y me lo respetaron. Quienes no respetaron fueron los vecinos y su empresa de juegos de pólvora, el ruido y los reflejos de colores fueron peor que escuchar el conteo de radio reloj al ser las doce y las lágrimas de todos al sentir que dejaron escapar un año sin decir te quiero, mae, me hacés falta!  Maldita familia de emociones pirotécnicas! Malditos vecinos llenos de colores! Maldita la gente que se cree brillante! una vez que exploten, nadie les recordará. Corro a empacar los platos, los meto en cajas, hay unos cuadrados, pienso en la cabeza de un conocido donde quebrados hubieran cumplido una buena función. De nuevo me descubro en la bravura, que no es más que la tristeza de siempre. Hay un recipiente que hace que la pasta se cocine sola, me la regaló un hombre querido. Lo empaco aparte con mucho cuidado, lo envuelvo en papel y le doy vueltas y vueltas a una cinta como si se tratase de algo frágil. No es de vidrio, en realidad lo quebrable aquí siempre fue la historia detrás. Ejemplo: una vez íbamos a ver una película, yo lo confrontaría con una verdad que le pertenecía pero que no se atrevía a reconocer. Habíamos ido al supermercado, él compró vegetales para llevar a su casa, los guardó en mi refri. Cuando se fue, después de patearme delicadamente la ilusión y de hacer bodoquitos con mi amor, me pidió que le diera la bolsa con cebollinos, zuchinni y hongos... cosas frescas, de apariencia saludable, deliciosas pero que se ponen malas fácilmente, como él. Voy por las pantuflas que hace exactamente tres años puse a secar en el patio, le han caído todos los inviernos y todos los veranos encima, no sirven, pero me sirven. Cuando las veo recuerdo que el paso del tiempo es sólo eso, paso del tiempo, lo que calienta calienta, la temperatura es un bien no negociable. Hace frío, me mudo a un lugar mucho más frío. Esta maldita maña mía de estar siempre insatisfecha.