domingo, 12 de julio de 2015

La Gran Migración



Cuando estoy en sequía emocional (casi todos los domingos en la tarde) me gusta pensar en la Gran Migración. Cierro los ojos y me imagino allí, un gran murmullo, sabiendo que algo va a pasar, sintiendo todo temblar..yo pequeñita y minúscula, escuchando y sintiendo... Todo lo que que pronto va a pasar es tanto, y sin embargo, cuando pase, pasará. Mientras tanto, mejor cierro los ojos y aguardo.
Siempre hay algo más fuerte que todo, más fuerte que una misma y sus miedos, sus ansiedades, sus con esto no voy a poder, eso que una piensa que es el fin del mundo y no, es apenas una migración, un éxodo vital y circular, algo que pasa todos los años, como todos los años, pasa porque pasa.

La Gran Migración de los Ñus, Cebras y Gacelas es más grande, mucho más grande que mucho. Y yo quiero estar algún día allá, en Serenguetti, sintiéndome pequeñita y viendo cosas mucho más grandes que lo grande  que ha pasado en mi vida, sólo viéndolo pasar.


miércoles, 1 de julio de 2015

Ahora mismo es una de esas noches en que una regresa del día valiendo cualquier cosa, y lo que quiere es tumbarse en un sillón sin pensar en nada. Y añora que alguien le diga "Hice sopa".

Dije que no iba a pesar en nada, pero salta uno de mis absolutos: cocinar es también amar.

Habrá un día en que estar en casa será una fortuna y el amor se hará en la cocina, y estará delicioso.

Cortos Circuitos



Hoy quebré una lámpara

No sé nada de electricidad, porque no me gusta. Stefano vino a ayudarme, porque en realidad necesitaba ayuda y esta vez me di tregua: pedí.

Stefano, por su parte también necesitaba ayuda, como si no nos hubiera pasado un furgón por encima, nos dimos ayuda mutuamente.

Llovía. Mucho. 


¿Quién soy para decirnos ya basta de llorar

Stefano y yo hace unos años lloramos por nosotros, pero hoy lloramos por lo que nos pasa con otros.

Subidos en un banco de 90 cm desde arriba lloramos juntos, ambos le tenemos miedo a la electricidad, a ambos se nos escapó algo de las manos hasta quebrarse y ahorita mismo nos corta la soledad. La lámpara es sólo un detalle. 
 
Como nos dolían tanto los restos de lo que un día fue luz, nos pusimos a hacer sandwiches para distraernos. Hicimos muchos, 110 para ser exactos. Un pan embarrado con mayonesa, 2 pepinos, 1 jamón, una rebanada de queso, otro pan. Así, sin hablar, de 6 a 10 pm, sólo suspirando hondo. Meterlos en la refri armados. Contarlos muchas veces.
 
Cada tanto algo se quiebra y uno juega a reconstruirlo, poniendo capa sobre capa, jamones, queso, pan... a veces lo que se necesita es tener a un Stefano que comparta los mismos miedos, sin hablar. Que junte los pedazos de algo que en algún momento dio luz.