lunes, 15 de julio de 2013

Desahucio

Esta forma de no saber empacar mientras Chet Baker me cae encima a trompetazo limpio, me duele la cabeza -yo y mis tragedias-, lo peor sería que lloviera y suena el techo en medio de este desahucio literal. Los atarcederes que se podían ver por el patio ¿Cómo los empaco? Ese ahogo que viene al ver el sol más bonito cayendo trepidante sin poder tomarle la foto. No quisiera llevarme tanto, arrugo papeles que no sirven, arrugo con más fuerza el dibujo de mi gato el mejor gato del universo que ha sido sustituido porque el autor del retrato ya tiene otro mejor gato del universo porque le es fácil, muy muy fácil sustituirlo todo. Arrugo la frente mientras paso pintura beige a la pared donde estuvieron poemas pidiendo que me amaran así y un montón de adjetivos, instrucciones ignoradas, como todo lo que se instruye en vez de sólo dejarlo ser. Hago torres de los libros que botaré, antes de botarlos les doblo las esquinas de las páginas que debieran ser leídas. Desbarato las hileras perfectas de mis blusas, las meto en rollos en bolsas de jardín. Me distraigo un rato pensando que quisiera cambiar esta ropa en bolsasdejardín por zacate de un jardín de verdad. Vuelvo a la cocina y estoy enojada, tan enojada que procedo a tomarme un té lady grey, mi espíritu de azar, mientras, muevo un pie y me muerdo el costado de la boca, poco a poco viene la calma. Nunca me gustó esta cocina, era demasiado pequeña para la cocinera que fui cuando me pasé a vivir acá. Me mudo a un lugar con una cocina más pequeña, esta maldita maña mía de estar siempre insatisfecha...aunque claro la insatisfacción ya no será tanta porque ya no cocino. ¿Por qué dejé de cocinar? Al borde de caer en el precipicio de mis análisis, saco un pie y me voy a la sala. Veo la ventana grande, la lluvia cae a cántaros y me dan ganas de ser la lluvia. Esta ventana sí que era mi mejor escape, cada vez que la conversación agonizaba no tardaba ni un minuto para salirme por ella y dejar al interlocutor solo con su incómodo silencio o con su aburrida retahila. Quito las cortinas, verdes como  la navidad en que me quedé durmiendo acá,le dije a mi familia que no quería ser familia de nadie ese diciembre y me lo respetaron. Quienes no respetaron fueron los vecinos y su empresa de juegos de pólvora, el ruido y los reflejos de colores fueron peor que escuchar el conteo de radio reloj al ser las doce y las lágrimas de todos al sentir que dejaron escapar un año sin decir te quiero, mae, me hacés falta!  Maldita familia de emociones pirotécnicas! Malditos vecinos llenos de colores! Maldita la gente que se cree brillante! una vez que exploten, nadie les recordará. Corro a empacar los platos, los meto en cajas, hay unos cuadrados, pienso en la cabeza de un conocido donde quebrados hubieran cumplido una buena función. De nuevo me descubro en la bravura, que no es más que la tristeza de siempre. Hay un recipiente que hace que la pasta se cocine sola, me la regaló un hombre querido. Lo empaco aparte con mucho cuidado, lo envuelvo en papel y le doy vueltas y vueltas a una cinta como si se tratase de algo frágil. No es de vidrio, en realidad lo quebrable aquí siempre fue la historia detrás. Ejemplo: una vez íbamos a ver una película, yo lo confrontaría con una verdad que le pertenecía pero que no se atrevía a reconocer. Habíamos ido al supermercado, él compró vegetales para llevar a su casa, los guardó en mi refri. Cuando se fue, después de patearme delicadamente la ilusión y de hacer bodoquitos con mi amor, me pidió que le diera la bolsa con cebollinos, zuchinni y hongos... cosas frescas, de apariencia saludable, deliciosas pero que se ponen malas fácilmente, como él. Voy por las pantuflas que hace exactamente tres años puse a secar en el patio, le han caído todos los inviernos y todos los veranos encima, no sirven, pero me sirven. Cuando las veo recuerdo que el paso del tiempo es sólo eso, paso del tiempo, lo que calienta calienta, la temperatura es un bien no negociable. Hace frío, me mudo a un lugar mucho más frío. Esta maldita maña mía de estar siempre insatisfecha.

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