miércoles, 27 de marzo de 2013

Vocaciones

Ayer mientras caminaba por Jirón Deustua vi un salón de belleza abierto y entré, no iba con la intención de hacerme nada, aunque bien le vendría un tratamiento a este pelo que poco a poco muta en el de una alpaca.
Entré por un efecto imán, quien me conoce sabe que los salones de belleza son a mí lo que el casino es al ludópata, más que vanidad es un asunto de vocación reprimida. En fin.

Dentro había una muchacha como de unos 16 años, le dije que si podía hacerme algo en las manos, que por el frío las tengo hechas leña. Nunca antes un manicure me había dejado tan contenta. La chica empezó con un ritual, primero me vio las manos y dijo Señorita, qué bonitas manos Gracias ¿Por qué lo dice? Por los dedos largos y las venas marcadas. Tal observación me hizo gracia, y continuó el ritual.

¿Las quiere cuadradas u ovaladas?
Las quiero cortas, muy cortas pero por favor no me pase el cortauñas porque me da escalofríos. Entonces empezó a limar.

Mientras, iba poco a poco exfoliándome las manos con hierbas que olían a gloria, me preguntó de dónde venía. Le dije que de CR, entonces sólo respondió, qué largo! Seguimos en silencio las dos, y nuevamente rompe el silencio. ¿Entonces también está de paso? Le dije sí, ¿Por qué, usted de dónde es? De la selva, respondió. Ah- y trabaja acá.

Me corta los uñeros -En verdad no, hoy es mi primer día, justo llegué a Puno hace 3 días, me vine porque ya no quiero estar allá. Es duro a veces-. Otra vez silencio.

Primera capa de fortalecedor. La señora me dio una oportunidad, necesito dinero para poder pagar una habitación y también ahorrar, mi sueño es irme a Yunguyo y poder trabajar allí. ¿Y en qué quiere trabajar?

Esmalte base. Sueño con poner un salón de belleza, para las señoras Aymaras. Sonreí, ¿Y dónde aprendiste a hacer el manicure y esto?

La delgada línea blanca. En ningún lado, lo estoy aprendiendo, pero me gusta, creo que es una forma de cuidar a la gente. Emocionada le dije: ¿Verdad que sí?

El brillo. Claro! En mi pueblo yo era la encargada de trenzar a todas las señoras y señoritas, desde niña me gustaba tocarle el pelo a las mujeres y aprendí sola. Después fui mejorando mi técnica. Todas se peinan igual, dos trenzas bajitas, sin llamar mucho la atención. Entonces a veces le preguntaba en Quechua a alguna amiga " Quieres ser la sensación hoy? Y le hacía una trenza de costado. Al final se la tapaban con el sombrero. Yo seguía sonriendo. Le conté que también tengo una afición por el cabello de las mujeres, y le dije que gracias por contarme esta historia, que le deseaba mucha voluntad y mucho trabajo para que lograra su sueño.

-Está lista Señorita- tenga cuidado de no malograrlas. -No, las cuidaré, puede sacar de mi bolsa 20 soles? Los sacó diciéndome señorita aquí hay uno de 10 que vale el servicio. -Sí pero saque el de 20. Hoy, quiero ser la sensación.

Señorita...Sonrió, me soltó la cola que andaba y me empezó a trenzar el pelo de costado.

Cuando acabó, nos volvimos a ver con una mirada cómplice a través del espejo.

Gracias señorita!

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