miércoles, 1 de julio de 2015

Cortos Circuitos



Hoy quebré una lámpara

No sé nada de electricidad, porque no me gusta. Stefano vino a ayudarme, porque en realidad necesitaba ayuda y esta vez me di tregua: pedí.

Stefano, por su parte también necesitaba ayuda, como si no nos hubiera pasado un furgón por encima, nos dimos ayuda mutuamente.

Llovía. Mucho. 


¿Quién soy para decirnos ya basta de llorar

Stefano y yo hace unos años lloramos por nosotros, pero hoy lloramos por lo que nos pasa con otros.

Subidos en un banco de 90 cm desde arriba lloramos juntos, ambos le tenemos miedo a la electricidad, a ambos se nos escapó algo de las manos hasta quebrarse y ahorita mismo nos corta la soledad. La lámpara es sólo un detalle. 
 
Como nos dolían tanto los restos de lo que un día fue luz, nos pusimos a hacer sandwiches para distraernos. Hicimos muchos, 110 para ser exactos. Un pan embarrado con mayonesa, 2 pepinos, 1 jamón, una rebanada de queso, otro pan. Así, sin hablar, de 6 a 10 pm, sólo suspirando hondo. Meterlos en la refri armados. Contarlos muchas veces.
 
Cada tanto algo se quiebra y uno juega a reconstruirlo, poniendo capa sobre capa, jamones, queso, pan... a veces lo que se necesita es tener a un Stefano que comparta los mismos miedos, sin hablar. Que junte los pedazos de algo que en algún momento dio luz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario